Amancio Ortega,
presidente y fundador de Inditex, después de trabajar como
empleado en conocidos establecimientos coruñeses, se lanza a la arriesgada
aventura empresarial del sector textil en 1963, con la creación de la
compañía Confecciones GOA, volcada en la fabricación de prendas de vestir.
El negocio crece y comienzan a distribuir su producto por toda Europa.
Quienes le conocen íntimamente afirman que Amancio Ortega gusta de salirse siempre con la suya. Si los expertos desaconsejan la apertura de Zara en Venezuela y él está convencido de que hay que estar allí, no solamente hará oídos sordos a sus asesores sino que incluso comprará el edificio más caro de la historia de la empresa (8.000 millones de pesetas),. El zar de la moda española se ha rodeado de grandes talentos de la gestión empresarial pero él sigue teniendo la última palabra. Para los hombres del business Amancio Ortega representa al prototipo clásico del empresario judío (como un Rotschild o un Rockefeller), un hombre hecho a sí mismo, que edifica de la nada a golpe de talento y esfuerzo la tercera potencia textil del mundo por detrás de la cadena californiana GAP y de la sueca H&M (Hennes and Mauritz). Este hombre, de aspecto físico anodino, con algo de papada, mediana estatura y grandes entradas en el pelo, este hombre corriente que no se habitúa a pasarse la vida adelgazando en Incosol y viaja en un Falcon 900 de su propiedad, ha aportado a la cultura empresarial española una visión democrática desconocida hasta el momento. A una lucha sin cuartel contra las apariencias, el ciudadano Ortega, ha dedicado su vida.-


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